Decía D. Bosco que bastaba que un joven entrara en una de nuestras casas para que la Virgen los cubriera con su manto. Y para nosotros, los profesores de un centro salesiano, es un orgullo servir como instrumento a esa labor de ayuda a los jóvenes.
Es bueno que los educadores seamos conscientes de que depende de nosotros que el dicho de D. Bosco se haga posible hoy. Nuestra motivación, nuestra entrega, nuestro servicio, nuestra labor conjunta confecciona el manto que cubre a nuestros alumnos en estos tiempos.
Por eso, para el colegio salesiano de Mérida es una suerte contar con un grupo de profesores como el que ha venido al Camino. Es impensable concebir un proyecto como éste con gente mediocre. Hace falta generosidad, valentía, pasión por la educación y mucho amor a los jóvenes. Se necesitan bastantes personas que tengan esas virtudes. Si encontrar una es muy complicado, pensad en bucar a seis.
Pues el cole nuestro cuenta con ese valor.
El Camino ha sido un éxito. La valía de nuestros alumnos es evidente; su potencial humano y espiritual también salta a la vista, pero saber canalizarlos es un arte que los profesores deben poseer. Sin ellos, sin los adultos que han venido esta año, hubiera sido imposible. Es una suerte que me hayan acompañado para hacer posible este sueño que es acercar a los jóvenes la figura paterna de Dios.
Me gustaría dar las gracias uno a uno:
- Al cura, porque es el corazón de la idea y el alma del grupo. Concita el cariño de todos y a todos hace trabajar y todos le quieren. Es un lujo tenerle.
- A Sonia porque se entrega como si el mundo se fuera a acabar ya. ¡Qué capacidad de trabajo! ¡Qué entrega! Su ejemplo te impide que desfallezcas. Te quiero un montón.
- A Aikel, por ser tan generoso con nuestros/sus alumnos. Has sido una bendición tenerte cerca estos días. No me extraña que Sonia esté loca por tus huesitos...
- A Jesús, por vaciarse sin medida y cubrir en silencio todos los huecos que yo voy dejando. Gracias por estar siempre pendiente de mí.
- A Jorge, por ser un ejemplo de vida. Es un referente para mí y una bendición que esté tan cerca de mí en tantos momentos de mi vida. No sabes lo que te aprecio.
- A Pilar, mi Pilar. ¿Qué puedo decir? Es el pilar de todo lo que hago, digo y pienso.
Entre todos han ido conformando un ambiente tan limpio y sano que educa y sana todas las heridas.
Gracias por ser el manto de la Auxiliadora en Mérida en la actualidad.
Juanchu.